Se apagó,.... y el gesto risueño en silencios se fue.
Su pequeño cuerpo y su gran voz nos puso a muchas generaciones un referente inconmensurable, universal y de la propia tierra, de la propia raíz, esa raíz argentina que hoy yace en el olvido de muchos de sus dirigentes políticos, encandilados por las luces de un show obsoleto como vacío de contenidos, fuera de toda realidad y sin ideas por no decir sin principios y de espaldas a sus conciudadanos. Todo esta a la deriva, ........ pero Mercedes Sosa No.
Nos queda su voz, su mirada, su dimensión, su intimidad musical irradiada a todo el mundo, su mensaje de amor y de dignidad. Nos ofreció la didáctica lección de vida de permanecer en sus principios y ser cada vez más ella, en silencio pero gritando, cantando aunque sufriendo, y demostrando sólo con su gesto, es decir en paz, es decir en cultura, es decir en convivencia, es decir en civismo, es decir en respeto, es decir en firmeza, es decir en justicia, todo lo que nos falta para ser mas nosotros.
Muchas gracias Sra. Mercedes Sosa, muchas gracias por su legado y su sensibilidad hacia el otro.
Muchas gracias.
Muchas gracias.
Si el brillo de tus ojos es la expresión de tu pensamiento, mi sonrisa cómplice es la respuesta a tu deseo.
domingo
MARGARITA
En el viejo barrio del centro de la ciudad, vive Margarita sintiendo el paso de sus años en un antiguo edificio. Su vivienda, apenas iluminada por los tenues reflejos de la luz del patio interior, rebosa ilusión. Su vida tiene mucho que ver con su nombre.
Viajó por todo el mundo, sus recursos laborales le permitieron ver lo que quería y lo que no. A sus años, la vida se marchita esperando que la comunidad de propietarios decida rehabilitar el edificio con su patio interior para tener más luz que la estimule.
Los andamios sepultaron la luz residual del patio para dar cabida a las obras.
Margarita, aturdida por la oscuridad, suplicó desde su ventana una luz.
En el breve tiempo de ejecución de las obras Margarita temió enloquecer, y continuó gritando por la ventana ocluida por el andamio. A golpe de su voz hizo temblar su propio cuerpo.
Tiempo después, al levantarse los andamios de la obra, el patio recuperó la luz inicial y Margarita, en su amargura, ocupó la única oscuridad desconocida que realmente temió.
Así es la vida.
Viajó por todo el mundo, sus recursos laborales le permitieron ver lo que quería y lo que no. A sus años, la vida se marchita esperando que la comunidad de propietarios decida rehabilitar el edificio con su patio interior para tener más luz que la estimule.
Los andamios sepultaron la luz residual del patio para dar cabida a las obras.
Margarita, aturdida por la oscuridad, suplicó desde su ventana una luz.
En el breve tiempo de ejecución de las obras Margarita temió enloquecer, y continuó gritando por la ventana ocluida por el andamio. A golpe de su voz hizo temblar su propio cuerpo.
Tiempo después, al levantarse los andamios de la obra, el patio recuperó la luz inicial y Margarita, en su amargura, ocupó la única oscuridad desconocida que realmente temió.
Así es la vida.
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