En el viejo barrio del centro de la ciudad, vive Margarita sintiendo el paso de sus años en un antiguo edificio. Su vivienda, apenas iluminada por los tenues reflejos de la luz del patio interior, rebosa ilusión. Su vida tiene mucho que ver con su nombre.
Viajó por todo el mundo, sus recursos laborales le permitieron ver lo que quería y lo que no. A sus años, la vida se marchita esperando que la comunidad de propietarios decida rehabilitar el edificio con su patio interior para tener más luz que la estimule.
Los andamios sepultaron la luz residual del patio para dar cabida a las obras.
Margarita, aturdida por la oscuridad, suplicó desde su ventana una luz.
En el breve tiempo de ejecución de las obras Margarita temió enloquecer, y continuó gritando por la ventana ocluida por el andamio. A golpe de su voz hizo temblar su propio cuerpo.
Tiempo después, al levantarse los andamios de la obra, el patio recuperó la luz inicial y Margarita, en su amargura, ocupó la única oscuridad desconocida que realmente temió.
Así es la vida.
1 comentario:
que conste que leo todo lo que pones, pero pon mas, asi pierdo la costumbre de leer.
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