Si no eres nada para mi no somos nada. Si no soy nada para ti no somos nadie. El remolino del enojo nos contrae y nos cruje los huesos para contenernos de la ira. Aquí abajo mis suspiros se entrecortan inimaginando tu belleza, esa que fue pero que ya no puede ser en el invierno. Palidezco en la locura de la soledad arrebatando cada minuto, cada segundo, para encontrar aquello que dijimos ser amor pero que ya no existe. Me voy, el olvido llegará más pronto que nunca y poseeré la verdad. Gris solo gris es lo que veo, lo demás: sombras del pasado.
(para el anti-san valentín)
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