Desgastada por el roce, arruinada por los límites de su amor, deambulaba Arcilinda inundando de su olor los espacios de su aldea.
Su sonrisa no persuadía a sus gafas que, empañadas por el vapor que de su cuerpo emanaba, negaban su hogar. Sin saber hacia dónde se dirigía, Arcilinda, avanzaba a pie firme con sus chanclas color rojo carmesí.
Su caminar decisivo dejaba en claro que se trataba de algo más.
Pletórica, sentia Arcilinda esa gracia que el triunfo otorga y que subjetiviza la realidad hasta el punto de deformarla para satisfaccion de la vida.
¿Será que Arcilinda haya logrado desprender su alma del cuerpo?
Si el brillo de tus ojos es la expresión de tu pensamiento, mi sonrisa cómplice es la respuesta a tu deseo.
jueves
martes
ESFUERZO VACUO
Subíamos la montaña paso a paso, el sentido de la respiración pesaba más que el propio ejercicio físico. La conciencia iba despejando dudas y lo esencial se hacia presente liberando el peso de los pensamientos innecesarios.
En la cima, a seis mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, hablábamos entre nosotros percatándonos de nuestra levedad: nos oíamos las palabras formando parte del vacío del paisaje en altura pero no nos veíamos.
Al bajar, modificábamos nuestro ritmo cardíaco y paulatinamente recuperábamos nuestra corporeidad pero ya no nuestros pensamientos innecesarios.
Es recomendable hacer alpinismo los fines de semana.
En la cima, a seis mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, hablábamos entre nosotros percatándonos de nuestra levedad: nos oíamos las palabras formando parte del vacío del paisaje en altura pero no nos veíamos.
Al bajar, modificábamos nuestro ritmo cardíaco y paulatinamente recuperábamos nuestra corporeidad pero ya no nuestros pensamientos innecesarios.
Es recomendable hacer alpinismo los fines de semana.
domingo
EFICIENCIA Y PROTUBERANCIA
Por las noches regeneraba cíclicamente la misma célula. A ésta se le iban sumando otras que también debía regenerar. Una a una iban pasando sin parar.
El límite de tiempo iba acortándose teniendo que aumentar su ritmo o, en su defecto, atender más de una célula al mismo tiempo. Su eficiencia llegaba al límite y se iban acumulando las células en espera. En su afán por el trabajo no tenía tiempo de llamar a otros regeneradores porque, si dejaba su trabajo desatendido un instante, disminuiría el numero de resultados sobre los cuales sería evaluado. Finalmente, el cúmulo de células fue tal que se generó una gran protuberancia.
Al despertar en la mañana, Narciso Perfecto Rodríguez, observó su cuerpo y se sometió al test de resultados de eficiencia quedando sorprendido por el trabajo del regenerador de células.
El límite de tiempo iba acortándose teniendo que aumentar su ritmo o, en su defecto, atender más de una célula al mismo tiempo. Su eficiencia llegaba al límite y se iban acumulando las células en espera. En su afán por el trabajo no tenía tiempo de llamar a otros regeneradores porque, si dejaba su trabajo desatendido un instante, disminuiría el numero de resultados sobre los cuales sería evaluado. Finalmente, el cúmulo de células fue tal que se generó una gran protuberancia.
Al despertar en la mañana, Narciso Perfecto Rodríguez, observó su cuerpo y se sometió al test de resultados de eficiencia quedando sorprendido por el trabajo del regenerador de células.
ANTÁGRASIS
NO, soy yo. Me presento.
Mi paisaje fue siempre sombrío. Mis anhelos desechos por la vida. Mis amores oscuros como la ciénaga. No, no pude nunca sobrellevar la idea de la muerte y sus decisiones me sorprenden quizás por injustas.
Gracias por atenderme, lamento presentarme así, pero prefiero que me vea como una persona feliz.
Mi paisaje fue siempre sombrío. Mis anhelos desechos por la vida. Mis amores oscuros como la ciénaga. No, no pude nunca sobrellevar la idea de la muerte y sus decisiones me sorprenden quizás por injustas.
Gracias por atenderme, lamento presentarme así, pero prefiero que me vea como una persona feliz.
¡BASTA!
¡Basta!...¡ya esta bien!
¡Dame esas gafas oscuras y esos zapatos de tacón!¡Mírate!...¿no te ves?
¿Dónde esta tu hidalguía, dónde tu sonrisa amplia, dónde tu mirada?.
¡Arréglate esos pelos mujer!
Mira, ¡Céntrate!, vuelve en ti, hazte a tu porpia idea encontrándote, apoyando los talones en la tierra, respirando profundo sin anclarte en el recuerdo.
¡Quédate frente a ese espejo! y no temas que yo ahora mismo regreso: Dejaré las gafas en una ventana para que las encuentre otro y los zapatos...los zapatos en el Ejército de Salvación.
Ya vengo, no te vayas.
¡Dame esas gafas oscuras y esos zapatos de tacón!¡Mírate!...¿no te ves?
¿Dónde esta tu hidalguía, dónde tu sonrisa amplia, dónde tu mirada?.
¡Arréglate esos pelos mujer!
Mira, ¡Céntrate!, vuelve en ti, hazte a tu porpia idea encontrándote, apoyando los talones en la tierra, respirando profundo sin anclarte en el recuerdo.
¡Quédate frente a ese espejo! y no temas que yo ahora mismo regreso: Dejaré las gafas en una ventana para que las encuentre otro y los zapatos...los zapatos en el Ejército de Salvación.
Ya vengo, no te vayas.
FRÁGIL
El espejo no refleja tu imagen, te juega la pasada de esconderla detrás de su vacío y mi amor esfumándose se va perdiendo, pues si tu no miras,.... yo no me miro.
martes
RECLUSOS
De repente la oscuridad puso psíquicamente a cada uno en su sitio.
Quien no tenía miedo se liberó y las demás personas quedaron presas de sus propias fantasías, inmóviles, rígidas, apabulladas por el horror de lo que creían estaba sucediendo. El laberinto era interminable, el sudor frío corría por las sienes.
Nadie se animaba a hablar, nadie respiraba tranquilo, la razón quedó anulada por la falta de luz, la sinrazón sin juego que jugar.Al clarear el ambiente y en los primeros minutos, seguía todo en silencio hasta poder la gente ubicarse en tiempo y espacio.
Dos minutos habia tardado el electricista en cambiar el antiguo contador por uno nuevo.
Quien no tenía miedo se liberó y las demás personas quedaron presas de sus propias fantasías, inmóviles, rígidas, apabulladas por el horror de lo que creían estaba sucediendo. El laberinto era interminable, el sudor frío corría por las sienes.
Nadie se animaba a hablar, nadie respiraba tranquilo, la razón quedó anulada por la falta de luz, la sinrazón sin juego que jugar.Al clarear el ambiente y en los primeros minutos, seguía todo en silencio hasta poder la gente ubicarse en tiempo y espacio.
Dos minutos habia tardado el electricista en cambiar el antiguo contador por uno nuevo.
BARRERA
El patio recogió toda el agua de lluvia de la última tormenta.
Nada quedó sin ser mojado.
El olor a humedad inundaba el entorno. El silencio invadía los ruidos. Sólo el viento se hacía paulatinamente con el postigo de la ventana.
A lo lejos, la nostalgia no lograba escapar, para volver a instalarse.
A lo lejos, las almas resignadas al recuerdo, volvían a unirse para no hacer nunca explícitos sus reclamos.
Nada quedó sin ser mojado.
El olor a humedad inundaba el entorno. El silencio invadía los ruidos. Sólo el viento se hacía paulatinamente con el postigo de la ventana.
A lo lejos, la nostalgia no lograba escapar, para volver a instalarse.
A lo lejos, las almas resignadas al recuerdo, volvían a unirse para no hacer nunca explícitos sus reclamos.
MERIDIANO
El meridiano dividía en dos al País:
Al Este se encontraba la capital en la llanura, al borde de un río sin plata, lo demás no existía. Al Oeste las montañas que de Norte a Sur marcaban su aspecto de soledad.
El meridiano dividía en dos al País:
Al Este se encontraban muchos individuos inconexos; al Oeste menos individuos inconexos.
El meridiano dividía en dos al País:
Al Este el Estado sin estado, al Oeste sin Estado.
El Meridiano dividía en dos al País.
El Meridiano dividía.
Al Este se encontraba la capital en la llanura, al borde de un río sin plata, lo demás no existía. Al Oeste las montañas que de Norte a Sur marcaban su aspecto de soledad.
El meridiano dividía en dos al País:
Al Este se encontraban muchos individuos inconexos; al Oeste menos individuos inconexos.
El meridiano dividía en dos al País:
Al Este el Estado sin estado, al Oeste sin Estado.
El Meridiano dividía en dos al País.
El Meridiano dividía.
PARTIDA (Arcilinda)
Arcilinda pensó que si salía durante la tormenta, quizás, un rayo la partiera en dos y su cuerpo quedara liberado de su propia alma.
Al salir las descargas eléctricas eran tan potentes que sus ramificaciones eran impredecibles. A la ocasión, Arcilinda se quitó las chanclas rojo carmesí para estar más en contacto con la humedad del barro, muy al pesar de los cangrejos que temían el descenlace.
Mirando al cielo, con sus gafas llenas de agua, sus ojos pedían piadosos la caída del rayo fulminante.
La tormenta no sucumbió al destino de Arcilinda y la dejó sin ser partida. Sus ojos seguían apuntando al cielo, ahora inyectados de ira. Sus dientes apretados y sus mandíbulas inmóviles.
Se calzó las chanclas y volvio a casa, con su alma intacta, acurrucada en algún lugar de su cuerpo y atormentada por el resplandor de los rayos
Al salir las descargas eléctricas eran tan potentes que sus ramificaciones eran impredecibles. A la ocasión, Arcilinda se quitó las chanclas rojo carmesí para estar más en contacto con la humedad del barro, muy al pesar de los cangrejos que temían el descenlace.
Mirando al cielo, con sus gafas llenas de agua, sus ojos pedían piadosos la caída del rayo fulminante.
La tormenta no sucumbió al destino de Arcilinda y la dejó sin ser partida. Sus ojos seguían apuntando al cielo, ahora inyectados de ira. Sus dientes apretados y sus mandíbulas inmóviles.
Se calzó las chanclas y volvio a casa, con su alma intacta, acurrucada en algún lugar de su cuerpo y atormentada por el resplandor de los rayos
PREGUNTA
¿Acaso la ilusión no es motor necesario para hacer que las ideas se movilicen hacia las concreciones?.... o... ¿quizás sea, como es habitual, aplastada por la espera a que "el otro", imaginariamente resuelva y en el final verifiquemos que "el otro" también somos uno mismo?...claro que para ese momento, con cierto cinismo, no nos reconoceremos para evitar cualquier conflicto, aunque nos hayamos quedado sin la ilusión, es decir: sin el motor y sin las ideas.
lunes
LAS PALOMAS (Istelmo Paredes)
Al regresar de mi último viaje al universo de las palomas, he resuelto adjetivarlas como animales estresados.
Si, no vaya a creer ud. que pueden llamarse de otra manera a estos seres que, para demostrarnos que sus huesos se hinchan de aire para pesar menos, llenos de parásitos, se pasan todo el día volando con esa carita picuda desencajada para llegar siempre al mismo lugar. Veo con mis propios ojos, cómo contaminan los rincones de las fachadas donde viven o transitan, por medio de sus heces, hasta corroerlas, aprovechándose de la bondad de los seres humanos que no limpian con frecuencia esas partes de los edificios para no deshacer sus nidos, ni romperles los huevos,…por supuesto.
Desde cualquier ventana de estudiante, ama de casa en costura, amo de casa en posición de escucha de partido de fúbol en la radio, etc., pueden observarse sus copulaciones frecuentes, con cierta insistencia ante los ojos de los espectadores y todo gracias a la fuerza de la ingesta de insectos y, sobre todoe, de panecillos de la/los jubiladas/os, a pesar de nunca haberles dado la paz que simbolizan.
Bueno,…. puede ser que sean más fieles que nosotros, y además como se mueren antes, desde ese punto de vista, las/os jubiladas/os se sientan mejor acompañadas/os, sin cargas adicionales al saber de la finitud de su existencia.
Es que claro,…. al no tener nada que hacer, luego de toda una vida de maltratos, intolerancias, caras de póquer en la evolución de las noticias sobre el mundo, rincones, penumbras, hijos, comunidad de propietarios, miles de excrementos de perros sorteados en las aceras caminadas y vacaciones con pic-nic con derecho a masificación en la playa de Torrevieja (quizás esto es lo peor que les pudo haber tocado...bueno... también están los veranos en las playas Bristol de Mar del Plata en Argentina) unas buenas palomas piojosas de ciudad, son un buen premio, la verdadera compañía, al final de una vida laboral activa de las personas urbanas.
En fin, Ud. comprenderá que mi experiencia con las palomas de Madrid no es muy halagüeña, mi profesión me hace encontrarme con ellas cada día. Soy inspector de cubiertas antiguas, desde donde se pueden ver las plazas con las/os jubiladas/os.
Sea Ud., buen hombre o buena mujer, saludado por servidor.
Istelmo Paredes
Si, no vaya a creer ud. que pueden llamarse de otra manera a estos seres que, para demostrarnos que sus huesos se hinchan de aire para pesar menos, llenos de parásitos, se pasan todo el día volando con esa carita picuda desencajada para llegar siempre al mismo lugar. Veo con mis propios ojos, cómo contaminan los rincones de las fachadas donde viven o transitan, por medio de sus heces, hasta corroerlas, aprovechándose de la bondad de los seres humanos que no limpian con frecuencia esas partes de los edificios para no deshacer sus nidos, ni romperles los huevos,…por supuesto.
Desde cualquier ventana de estudiante, ama de casa en costura, amo de casa en posición de escucha de partido de fúbol en la radio, etc., pueden observarse sus copulaciones frecuentes, con cierta insistencia ante los ojos de los espectadores y todo gracias a la fuerza de la ingesta de insectos y, sobre todoe, de panecillos de la/los jubiladas/os, a pesar de nunca haberles dado la paz que simbolizan.
Bueno,…. puede ser que sean más fieles que nosotros, y además como se mueren antes, desde ese punto de vista, las/os jubiladas/os se sientan mejor acompañadas/os, sin cargas adicionales al saber de la finitud de su existencia.
Es que claro,…. al no tener nada que hacer, luego de toda una vida de maltratos, intolerancias, caras de póquer en la evolución de las noticias sobre el mundo, rincones, penumbras, hijos, comunidad de propietarios, miles de excrementos de perros sorteados en las aceras caminadas y vacaciones con pic-nic con derecho a masificación en la playa de Torrevieja (quizás esto es lo peor que les pudo haber tocado...bueno... también están los veranos en las playas Bristol de Mar del Plata en Argentina) unas buenas palomas piojosas de ciudad, son un buen premio, la verdadera compañía, al final de una vida laboral activa de las personas urbanas.
En fin, Ud. comprenderá que mi experiencia con las palomas de Madrid no es muy halagüeña, mi profesión me hace encontrarme con ellas cada día. Soy inspector de cubiertas antiguas, desde donde se pueden ver las plazas con las/os jubiladas/os.
Sea Ud., buen hombre o buena mujer, saludado por servidor.
Istelmo Paredes
“EL” DOMINGO DE ISTELMO PAREDES
Pelo cano engominado, angosto bigote sobre el labio superior de su pequeña boca, el inspector de cubiertas antiguas de Madrid, reza un rictus atípico en su cara.
Hoy no era día para ir a sus cubiertas, ni revisar tejas, ni mirar al cielo. Desencajado de rabia, se vestía esta mañana de Domingo, con más silencio que lo habitual. Perdida su mirada en el vacío, taciturno, sin haber podido conciliar el sueño en los últimos tres días, rasuró su barba, se echó unas gotas de colonia y se puso su mejor traje.
Bajó las escaleras de su edificio pisando firme, con sus zapatos lustrosos. Al salir del portal, la puerta de forja y vidrio se cerró tajantemente sellando con su ruido al silencio sepulcral del edificio.
Hoy es el primer día de sol. Los almendros de la ciudad ya están en flor.
Cruzó la plaza e ignoró a las palomas. Con el documento de identidad en su bolsillo derecho del traje, puso rumbo por las angostas calles hacia la escuela del barrio.
No miró a nadie, nadie lo miraba. Nadie se miraba.
Al llegar a la escuela intentó reconocerla, hacia muchos años que no iba a ella. Sin titubear entró con la multitud y sin preguntar revisó las listas hasta encontrarse. Se dirigió al aula que le correspondía. Al entrar, no saludó a nadie. Presentó su DNI habilitándose para votar. No tardó mucho, ingresó en el cuarto oscuro y se precipitó por la papeleta, la metió en el sobre, lo cerró y se dirigió a la urna.
Al introducir su voto sintió como su cuerpo se relajaba, su rictus cambió inmediatamente. Antes de retirarse dijo: “¡muchas gracias!”.
Volvió por las mismas calles, saludó tímidamente a los conocidos a su paso. Cruzó la plaza. Luego, decidió abrir de par en par la puerta del portal de su edificio. Subió la escalera, entró en su casa y dejando la chaqueta del traje en una silla, aflojó el primer botón de su camisa.
En el espejo del salón, vio su rostro, antes de ir al baño abrió las ventanas.
Más rápido que lo habitual enjabonó su cara y afeitó el bigote.
Salió de casa nuevamente y cruzó a la plaza. Se sentó en un banco y con la mirada menos perdida, observaba el vuelo de las palomas, mientras pensaba: "...en verdad no hay animal que haga daño, somos los humanos la única especie capaz de barbarizarnos, de destruirnos, en nombre de abstracciones incomprensibles…..quizás las palomas hayan hecho bien en matar involuntariamente a mi mujer, porque esto no lo hubiera soportado”.
Volvió a su casa al rato, y puso la radio para enterarse de la evolución de las votaciones. Mientras, se dormía distendido, esbozando una sonrisa de complicidad como jamás la había podido tener antes.
Hoy no era día para ir a sus cubiertas, ni revisar tejas, ni mirar al cielo. Desencajado de rabia, se vestía esta mañana de Domingo, con más silencio que lo habitual. Perdida su mirada en el vacío, taciturno, sin haber podido conciliar el sueño en los últimos tres días, rasuró su barba, se echó unas gotas de colonia y se puso su mejor traje.
Bajó las escaleras de su edificio pisando firme, con sus zapatos lustrosos. Al salir del portal, la puerta de forja y vidrio se cerró tajantemente sellando con su ruido al silencio sepulcral del edificio.
Hoy es el primer día de sol. Los almendros de la ciudad ya están en flor.
Cruzó la plaza e ignoró a las palomas. Con el documento de identidad en su bolsillo derecho del traje, puso rumbo por las angostas calles hacia la escuela del barrio.
No miró a nadie, nadie lo miraba. Nadie se miraba.
Al llegar a la escuela intentó reconocerla, hacia muchos años que no iba a ella. Sin titubear entró con la multitud y sin preguntar revisó las listas hasta encontrarse. Se dirigió al aula que le correspondía. Al entrar, no saludó a nadie. Presentó su DNI habilitándose para votar. No tardó mucho, ingresó en el cuarto oscuro y se precipitó por la papeleta, la metió en el sobre, lo cerró y se dirigió a la urna.
Al introducir su voto sintió como su cuerpo se relajaba, su rictus cambió inmediatamente. Antes de retirarse dijo: “¡muchas gracias!”.
Volvió por las mismas calles, saludó tímidamente a los conocidos a su paso. Cruzó la plaza. Luego, decidió abrir de par en par la puerta del portal de su edificio. Subió la escalera, entró en su casa y dejando la chaqueta del traje en una silla, aflojó el primer botón de su camisa.
En el espejo del salón, vio su rostro, antes de ir al baño abrió las ventanas.
Más rápido que lo habitual enjabonó su cara y afeitó el bigote.
Salió de casa nuevamente y cruzó a la plaza. Se sentó en un banco y con la mirada menos perdida, observaba el vuelo de las palomas, mientras pensaba: "...en verdad no hay animal que haga daño, somos los humanos la única especie capaz de barbarizarnos, de destruirnos, en nombre de abstracciones incomprensibles…..quizás las palomas hayan hecho bien en matar involuntariamente a mi mujer, porque esto no lo hubiera soportado”.
Volvió a su casa al rato, y puso la radio para enterarse de la evolución de las votaciones. Mientras, se dormía distendido, esbozando una sonrisa de complicidad como jamás la había podido tener antes.
LAS VENTANAS DE ISTELMO PAREDES
Pelo cano engominado, angosto bigote sobre el labio superior de su pequeña boca, gafas oscuras, camisa celeste y mameluco azul desteñido por los años; el inspector de cubiertas antiguas de Madrid, reza un rictus en su cara, típico de aquellos que no han querido pertenecer a ninguna mafia aunque resignando siempre tuvo la sensación de haber estado, sin saberlo, en la de la familia de su mujer.
De gestos austeros, más bien callado, silencioso, levantando tejas asoma habitualmente la cabeza sobre las cubiertas para ver como se encuentra el tiempo cada día. A sus ochenta y pocos años sabe hacer de su trabajo y sus tejados el refugio perfecto, cerca del cielo.
Al volver cada día de su rutina, entra en la soledad de su casa, vacía desde la muerte de su mujer, hacen casi veinte años, y tan solo por darle de comer a las palomas.
Deposita, como es habitual en él, la caja de herramientas y el par de vidrios de ventana que diariamente trae a casa, suavemente detrás de la puerta de entrada. Se descalza e incorpora a sus pies, las chanclas.
Fue siempre simpatizante de tener las ventanas sin las celosías, para dejar pasar, a través de las cortinas blancas, la luz del día y la de la noche, producida por las lámparas amarillas de las farolas de la calle,
En frente a su ventana esta la plaza habitada por frondosos árboles de verano que en otoño pierden las hojas, como siempre, mostrando el maderamen que sostiene a las palomas. No falta el chapoteo de la fuente con escultura de dragón escupiendo agua por su boca, donde también las palomas aletean y se bañan salpicando al paisaje urbano de ese rincón de la ciudad.
En invierno sus ventanas de antiguos cristales de ínfimo espesor, tienen en cada hoja recortado un agujero redondo, a la altura del pecho de Istelmo, protegido por una goma que servía además de apoyo para ajustar puntería.
Dos ventanas hacia la plaza y la otra da hacia la puerta de la iglesia románica, con evoluciones constructivas de otros estilos, llena de figuras en los tímpanos de sus vanos y en las archivoltas de la puerta, recortes en los muros, remates de columnas, tímpanos de ventanas, gárgolas y agujas, donde desde siempre anidan las palomas.
Mientras tanto, arrastrando las chanclas, Istelmo se desplaza desde la entrada hacia la mesa, al lado de la ventan. Se sienta y con sus lentes bifocales logra medir correctamente el movimiento de sus manos para cargar su escopeta al son del débil silbido del paso doble, como lo hiciera durante la guerra.
El crucifijo siempre le queda a su espalda.
De gestos austeros, más bien callado, silencioso, levantando tejas asoma habitualmente la cabeza sobre las cubiertas para ver como se encuentra el tiempo cada día. A sus ochenta y pocos años sabe hacer de su trabajo y sus tejados el refugio perfecto, cerca del cielo.
Al volver cada día de su rutina, entra en la soledad de su casa, vacía desde la muerte de su mujer, hacen casi veinte años, y tan solo por darle de comer a las palomas.
Deposita, como es habitual en él, la caja de herramientas y el par de vidrios de ventana que diariamente trae a casa, suavemente detrás de la puerta de entrada. Se descalza e incorpora a sus pies, las chanclas.
Fue siempre simpatizante de tener las ventanas sin las celosías, para dejar pasar, a través de las cortinas blancas, la luz del día y la de la noche, producida por las lámparas amarillas de las farolas de la calle,
En frente a su ventana esta la plaza habitada por frondosos árboles de verano que en otoño pierden las hojas, como siempre, mostrando el maderamen que sostiene a las palomas. No falta el chapoteo de la fuente con escultura de dragón escupiendo agua por su boca, donde también las palomas aletean y se bañan salpicando al paisaje urbano de ese rincón de la ciudad.
En invierno sus ventanas de antiguos cristales de ínfimo espesor, tienen en cada hoja recortado un agujero redondo, a la altura del pecho de Istelmo, protegido por una goma que servía además de apoyo para ajustar puntería.
Dos ventanas hacia la plaza y la otra da hacia la puerta de la iglesia románica, con evoluciones constructivas de otros estilos, llena de figuras en los tímpanos de sus vanos y en las archivoltas de la puerta, recortes en los muros, remates de columnas, tímpanos de ventanas, gárgolas y agujas, donde desde siempre anidan las palomas.
Mientras tanto, arrastrando las chanclas, Istelmo se desplaza desde la entrada hacia la mesa, al lado de la ventan. Se sienta y con sus lentes bifocales logra medir correctamente el movimiento de sus manos para cargar su escopeta al son del débil silbido del paso doble, como lo hiciera durante la guerra.
El crucifijo siempre le queda a su espalda.
QUERIDA DANYA
Queridísima Danya:
Estoy cocinando un gaspachito andalúz, y mientras se enfrían los tomates que acabo de pelar con agua hirviendo, me acordé de ti y tenía ganas de escribirte.
Aquí estoy, en medio de la mesa en la cocina y con el calor agobiante de vivir en un ático, sin aire acondicionado.
Ya que estamos tan lejos una de la otra, (esto no es igual sin tu presencia, vecina), quería hacer unas reflexiones para ver qué opinión te merecen.
Es que resulta que, mira…..,
Yo pienso que límite imaginario o real del final del mundo no se ha restringido solo a la visión de unos dogmáticos iluminados, de vaya saber qué iglesia surgida de la miseria, ni tampoco a las pasajeras guerras que han asolado y asolan a poblaciones de todo el mundo, impregnándolos de odio al prójimo por pertenecer al blanco elegido, esa vez. El abismo al que nos confrontamos, con la muerte en los talones, en pequeñas dosis respiradas, comidas y horneados por las crecientes olas del calor, presagian que el vacío frente a nosotros es además el infierno.
Pero si la paradoja reside en buscar culpables, llegaremos a no ver la responsabilidad para encontrar finalmente algún verdugo que cortando cabezas, como yo corto las verduras, solo le quede la de él por cortar, porque los niños, claro, están fuera de esa dinámica, siempre y cuando no se trate de los de la calle de muchas ciudades del mundo, que son adultos a los siete años de edad.
La insurgencia del pensamiento, la falta de levedad en el ideal de vida solo vinculada al dinero, y al éxito impulsado por los mercaderes, esta poniendo en serias dificultades la búsqueda de responsables, para ser todos culpables. Mientras, otros, que no son los niños, se enriquecen de la misma miseria que dirigen y de la insensibilidad al creer que al rebosar la copa, empieza a caer para otros, …lo que sobre de ella. Solo sería interesante saber cuantas copas más han de poner bajo el chorro para evitar que desborden.
¡Espera, que me olvidé de cerrar el gas de la cocina……! Y como hoy me encuentro un poco como revolucionada no vaya a ser que reviente.
Bueno, como te iba diciendo,… el brindis, esta servido, para hacernos creer, que al final, los culpables del infierno, del veneno, de la miseria, de las guerras, de que las copas no rebasen, somos nosotros mismos, es decir todos. Luego, se nos hace imposible vivir tranquilos, si poseemos un mínimo de conciencia sobre lo que nos rodea. Quedan a salvo de la conciencia los niños que tienen el derecho de ser inconscientes, al menos ese período de sus vidas, porque después crecen y dejan de ser niños…..¡Qué obvia que estoy Danya!.
Ahora resulta que lo ideal es reciclar para que los residuos sólidos urbanos (ya ves que puesta estoy desde que hago los cursillo de desempleo) no nos tapen y podamos seguir viendo el sol. No veas como tengo mi cocina con los cubos de todos los colores.
Te cuento, que acabo de cerrar las ventanas porque como todos los veranos se nos incendian los bosques y se me llena de humo la casa. Cuando veo el incendio, bajo las persianas y me quedo dentro cuidando los muebles.
Pero mi pregunta es: ¿No crees que sería mejor irnos de vacaciones?
Bueno te dejo y espero que puedas comprender mi carta porque luego de tantos años que has estado de vecina no sé como hacíamos para entendernos porque tu idioma es tan complicado y nunca quisiste aprender el mío.
Voy a seguir con los tomates, me toca triturarlos.
Recuerdos.
Siempre tuya,
Tu ex vercina del 1º.
Estoy cocinando un gaspachito andalúz, y mientras se enfrían los tomates que acabo de pelar con agua hirviendo, me acordé de ti y tenía ganas de escribirte.
Aquí estoy, en medio de la mesa en la cocina y con el calor agobiante de vivir en un ático, sin aire acondicionado.
Ya que estamos tan lejos una de la otra, (esto no es igual sin tu presencia, vecina), quería hacer unas reflexiones para ver qué opinión te merecen.
Es que resulta que, mira…..,
Yo pienso que límite imaginario o real del final del mundo no se ha restringido solo a la visión de unos dogmáticos iluminados, de vaya saber qué iglesia surgida de la miseria, ni tampoco a las pasajeras guerras que han asolado y asolan a poblaciones de todo el mundo, impregnándolos de odio al prójimo por pertenecer al blanco elegido, esa vez. El abismo al que nos confrontamos, con la muerte en los talones, en pequeñas dosis respiradas, comidas y horneados por las crecientes olas del calor, presagian que el vacío frente a nosotros es además el infierno.
Pero si la paradoja reside en buscar culpables, llegaremos a no ver la responsabilidad para encontrar finalmente algún verdugo que cortando cabezas, como yo corto las verduras, solo le quede la de él por cortar, porque los niños, claro, están fuera de esa dinámica, siempre y cuando no se trate de los de la calle de muchas ciudades del mundo, que son adultos a los siete años de edad.
La insurgencia del pensamiento, la falta de levedad en el ideal de vida solo vinculada al dinero, y al éxito impulsado por los mercaderes, esta poniendo en serias dificultades la búsqueda de responsables, para ser todos culpables. Mientras, otros, que no son los niños, se enriquecen de la misma miseria que dirigen y de la insensibilidad al creer que al rebosar la copa, empieza a caer para otros, …lo que sobre de ella. Solo sería interesante saber cuantas copas más han de poner bajo el chorro para evitar que desborden.
¡Espera, que me olvidé de cerrar el gas de la cocina……! Y como hoy me encuentro un poco como revolucionada no vaya a ser que reviente.
Bueno, como te iba diciendo,… el brindis, esta servido, para hacernos creer, que al final, los culpables del infierno, del veneno, de la miseria, de las guerras, de que las copas no rebasen, somos nosotros mismos, es decir todos. Luego, se nos hace imposible vivir tranquilos, si poseemos un mínimo de conciencia sobre lo que nos rodea. Quedan a salvo de la conciencia los niños que tienen el derecho de ser inconscientes, al menos ese período de sus vidas, porque después crecen y dejan de ser niños…..¡Qué obvia que estoy Danya!.
Ahora resulta que lo ideal es reciclar para que los residuos sólidos urbanos (ya ves que puesta estoy desde que hago los cursillo de desempleo) no nos tapen y podamos seguir viendo el sol. No veas como tengo mi cocina con los cubos de todos los colores.
Te cuento, que acabo de cerrar las ventanas porque como todos los veranos se nos incendian los bosques y se me llena de humo la casa. Cuando veo el incendio, bajo las persianas y me quedo dentro cuidando los muebles.
Pero mi pregunta es: ¿No crees que sería mejor irnos de vacaciones?
Bueno te dejo y espero que puedas comprender mi carta porque luego de tantos años que has estado de vecina no sé como hacíamos para entendernos porque tu idioma es tan complicado y nunca quisiste aprender el mío.
Voy a seguir con los tomates, me toca triturarlos.
Recuerdos.
Siempre tuya,
Tu ex vercina del 1º.
INFORME POR EVENTUAL INGESTA NAVIDEÑA
Dr. GIAKA
Col nº 666
Real Colegio de Médicos
Los patos son bonitos verlos volar, no en el horno ni en la cacerola, a no ser que se viva de la caza y de la pesca.
Además, la fiebre aviar interviene directamente sobre los intestinos de los patos atacando fundamentalmente los órganos relacionados con el aparato hepático.
Las patologías médicas vinculadas con las lesiones aviares se manifiestan por medio de los leucocitos, es una diagnosis de media intensidad en la identificación de sus causas, siendo de difícil intervención en caso de “prognosis avistecular angelical” (nombre científico atribuido a la común enfermedad llamada vulgarmente hipohepaticolamidiosis volare sanctus).
En consecuencia, la fé sobre el paté de pato, tan famoso y querido en los entornos de la realeza y extendido durante el siglo XIX en medios burgueses, es para la Sociedad Científica Vaticana la causa del desabastecimiento de ángeles en los cielos europeos. Esto motivó una inmensa desesperación en la humanidad (Ver Historia Critica “de Humanitas”, tercer nivel, patio III del pasillo 1435 de la Biblioteca Bizantina de Olimpia, Vol. MCXXIV tomo C versículo 786).
Por lo tanto, se recurrió a la configuración de representaciones de los ángeles (visión desdibujada por la miopía de la época no corregida por falta de tecnología) en los retablos como complacencia de los sacerdotes en el recitado de las misas que se hacían de espalda a los feligreses, en latín (Idioma de los patos) y de frente a los ángeles, los que finalmente en el siglo XX "son algo de lo que los seres humanos tienen los huevos llenos" (Dalí, Grabación de entrevista sobre la trascendencia de los Ángeles, Universidad de la Sorbonne, Paris, 1972). Esta evidente y culta apelación al origen de los ángeles como patos, sobreentiende el uso de los huevos de pato rellenos en una mesa de Navidad como “alegoría a la presencia de ángeles” y como recurso renovable que no implica la depredación de su especie.
El hecho de querer, entonces llevar a un Ángel al infierno del horno o al de la cacerola, constituye un acto sacrílego, de difícil expiación, y un delito de lesa naturaleza dado que “si se extinguieran los patos no tendríamos mas plumas para los plumeros de plumas de patos que limpian el polvo como los ángeles”, según expresó el padre Pergnillac de la parroquia de St. Pierre de Coubertin en su sermón del 23 de Diciembre de 1985, quien advirtiendo sobre la tendencia del consumo de ese año, agregó: “¡Hermanos!: El paté de hígado de Pato es, per sé y "ad hoc", una fuente de contaminación del espíritu terrenal, dado que esta hecho de carne de un alma voladora”. En efecto, según los documentos que he podido consultar, su ingesta generaría que la iglesia se planteara modificar las encíclicas de PVI[1], "De terrea pecatis ad celis cadere " (articulo 234 del Libro 1º de NOV’ARTIS DEGENERE" de la Editorial Ponte Edifica.)
En síntesis, de manera concluyente, científicamente no es recomendable comer pato en Navidad.
Publiquese en el diario de la parroquia de Iberinia.
[1] P V I (Pecatum Vulgum Primae)
Col nº 666
Real Colegio de Médicos
Los patos son bonitos verlos volar, no en el horno ni en la cacerola, a no ser que se viva de la caza y de la pesca.
Además, la fiebre aviar interviene directamente sobre los intestinos de los patos atacando fundamentalmente los órganos relacionados con el aparato hepático.
Las patologías médicas vinculadas con las lesiones aviares se manifiestan por medio de los leucocitos, es una diagnosis de media intensidad en la identificación de sus causas, siendo de difícil intervención en caso de “prognosis avistecular angelical” (nombre científico atribuido a la común enfermedad llamada vulgarmente hipohepaticolamidiosis volare sanctus).
En consecuencia, la fé sobre el paté de pato, tan famoso y querido en los entornos de la realeza y extendido durante el siglo XIX en medios burgueses, es para la Sociedad Científica Vaticana la causa del desabastecimiento de ángeles en los cielos europeos. Esto motivó una inmensa desesperación en la humanidad (Ver Historia Critica “de Humanitas”, tercer nivel, patio III del pasillo 1435 de la Biblioteca Bizantina de Olimpia, Vol. MCXXIV tomo C versículo 786).
Por lo tanto, se recurrió a la configuración de representaciones de los ángeles (visión desdibujada por la miopía de la época no corregida por falta de tecnología) en los retablos como complacencia de los sacerdotes en el recitado de las misas que se hacían de espalda a los feligreses, en latín (Idioma de los patos) y de frente a los ángeles, los que finalmente en el siglo XX "son algo de lo que los seres humanos tienen los huevos llenos" (Dalí, Grabación de entrevista sobre la trascendencia de los Ángeles, Universidad de la Sorbonne, Paris, 1972). Esta evidente y culta apelación al origen de los ángeles como patos, sobreentiende el uso de los huevos de pato rellenos en una mesa de Navidad como “alegoría a la presencia de ángeles” y como recurso renovable que no implica la depredación de su especie.
El hecho de querer, entonces llevar a un Ángel al infierno del horno o al de la cacerola, constituye un acto sacrílego, de difícil expiación, y un delito de lesa naturaleza dado que “si se extinguieran los patos no tendríamos mas plumas para los plumeros de plumas de patos que limpian el polvo como los ángeles”, según expresó el padre Pergnillac de la parroquia de St. Pierre de Coubertin en su sermón del 23 de Diciembre de 1985, quien advirtiendo sobre la tendencia del consumo de ese año, agregó: “¡Hermanos!: El paté de hígado de Pato es, per sé y "ad hoc", una fuente de contaminación del espíritu terrenal, dado que esta hecho de carne de un alma voladora”. En efecto, según los documentos que he podido consultar, su ingesta generaría que la iglesia se planteara modificar las encíclicas de PVI[1], "De terrea pecatis ad celis cadere " (articulo 234 del Libro 1º de NOV’ARTIS DEGENERE" de la Editorial Ponte Edifica.)
En síntesis, de manera concluyente, científicamente no es recomendable comer pato en Navidad.
Publiquese en el diario de la parroquia de Iberinia.
[1] P V I (Pecatum Vulgum Primae)
CENTRÍFUGO-CENTRÍPETO (Arcilinda)
En un juego interminable, Arcilinda pensaba que si giraba como un trompo, y cuanto más rápido mejor, podía deshacerse de su alma porque saldría despedida de su cuerpo.
Así fue. Su colgante de oro, sus anillos, sus pulseras, sus gafas, sus peinetas, sus sujetadores, su corsé, sus ligas, sus bragas, y sus chanclas color rojo carmesí, salieron volando por doquier. Sin embargo, su alma se concentró dentro y su cuerpo la encarceló todavía más.
Es el destino de Arcilinda que con voluntad de despechar su alma la concentró, y sin voluntad ninguna se le escaparon sus asuntos materiales, lo que contradijo su pensamiento.
Así fue. Su colgante de oro, sus anillos, sus pulseras, sus gafas, sus peinetas, sus sujetadores, su corsé, sus ligas, sus bragas, y sus chanclas color rojo carmesí, salieron volando por doquier. Sin embargo, su alma se concentró dentro y su cuerpo la encarceló todavía más.
Es el destino de Arcilinda que con voluntad de despechar su alma la concentró, y sin voluntad ninguna se le escaparon sus asuntos materiales, lo que contradijo su pensamiento.
sábado
MAREADO
Mareado, quería llegar a la verdad.
Mareado quiso encontrar las palabras pero solo encontraba imágenes.
Mareado, quería saber qué hacer: Las imágenes solo lo conducían a la confusión.
Mareado, quería saber si también él estaba allí: Todas las cadenas mostraban eso allí, y nada más, pero como si fuera en todos lados.
Mareado, no podía soportar su angustia: La radio no opinaba solo informaba sin argumentos.
Mareado, acudió al kiosco: Los periódicos eran más imágenes que palabras.
Mareado, preguntaba a las gentes: Las gentes se expresaban con escaso vocabulario y ningún conocimiento de sintaxis.
Mareado, no comprendía a donde iba, ni por qué trabajaba, ni para quien vivía.
Mareado no podía argumentar.
Mareado Redondo Vueltas, de cuarenta años de edad, necesitaba reflexionar para resolver al menos un solo problema. Quería formular un pensamiento crítico para fundamentar sus afirmaciones y así concluir razonablemente. Pero no podía manejar conceptos.
Mareado, resignado a sus límites, no se cuestionó más nada, y creyó vivir feliz en su ignorancia.
Mareado se guió por el dogma, la televisión y el consumo.
A sus cuarenta años Mareado, le quedaban tres por jubilarse, y toda un vida para disfrutar.
Mareado quiso encontrar las palabras pero solo encontraba imágenes.
Mareado, quería saber qué hacer: Las imágenes solo lo conducían a la confusión.
Mareado, quería saber si también él estaba allí: Todas las cadenas mostraban eso allí, y nada más, pero como si fuera en todos lados.
Mareado, no podía soportar su angustia: La radio no opinaba solo informaba sin argumentos.
Mareado, acudió al kiosco: Los periódicos eran más imágenes que palabras.
Mareado, preguntaba a las gentes: Las gentes se expresaban con escaso vocabulario y ningún conocimiento de sintaxis.
Mareado, no comprendía a donde iba, ni por qué trabajaba, ni para quien vivía.
Mareado no podía argumentar.
Mareado Redondo Vueltas, de cuarenta años de edad, necesitaba reflexionar para resolver al menos un solo problema. Quería formular un pensamiento crítico para fundamentar sus afirmaciones y así concluir razonablemente. Pero no podía manejar conceptos.
Mareado, resignado a sus límites, no se cuestionó más nada, y creyó vivir feliz en su ignorancia.
Mareado se guió por el dogma, la televisión y el consumo.
A sus cuarenta años Mareado, le quedaban tres por jubilarse, y toda un vida para disfrutar.
a LUCILA y ENRIQUE
Recordarás siempre el encuentro.
El horizonte rodeará los menesteres
tu y yo y nosotros, en el centro,
seguiremos siendo a su suerte
lejos o cerca, estando o ausentes
la ilusión de estar, en ese instante,
como un nuevo amor que despierte
Mira el cielo,… ni una nube,
el aire tibio nos envuelve
acariciándonos nos lleva en primavera
invadiendo de alegría nuestra mente.
Y en los tiempos donde la mar nos cierne
nos tendremos que tener tan en presente
para ser yo tan en ti por amores
como tu tan en mi por quererme.
El horizonte rodeará los menesteres
tu y yo y nosotros, en el centro,
seguiremos siendo a su suerte
lejos o cerca, estando o ausentes
la ilusión de estar, en ese instante,
como un nuevo amor que despierte
Mira el cielo,… ni una nube,
el aire tibio nos envuelve
acariciándonos nos lleva en primavera
invadiendo de alegría nuestra mente.
Y en los tiempos donde la mar nos cierne
nos tendremos que tener tan en presente
para ser yo tan en ti por amores
como tu tan en mi por quererme.
DESDE EL METRO
Sentada, tomando con la mano izquierda al pasamanos, dejaba caer flexionado de cansancio su brazo.
El movimiento del vagón meneaba su cuerpo, sus pesados párpados se refugiaban tras la opalescencia de sus gafas.
Desde el asiento del frente la miraba. Estaba impecablemente vestida de día de trabajo. Al recorrer con mi mirada su cuerpo me detuve en la observación de sus zapatos de tacón, que de tanto mantenerle el equilibrio se hicieron al desequilibrio de su forma, de su color y textura.
Al llegar a la estación me incorporé en el pasillo y con el diario bajo el brazo, le dije: ¡buenas noches!.
Al cerrarse las puertas, la obscuridad del túnel devoró al tren junto con ella. Ninguna palabra de respuesta ocupó aquel vacío; sin embargo, otros tacones golpeaban el andén.
El movimiento del vagón meneaba su cuerpo, sus pesados párpados se refugiaban tras la opalescencia de sus gafas.
Desde el asiento del frente la miraba. Estaba impecablemente vestida de día de trabajo. Al recorrer con mi mirada su cuerpo me detuve en la observación de sus zapatos de tacón, que de tanto mantenerle el equilibrio se hicieron al desequilibrio de su forma, de su color y textura.
Al llegar a la estación me incorporé en el pasillo y con el diario bajo el brazo, le dije: ¡buenas noches!.
Al cerrarse las puertas, la obscuridad del túnel devoró al tren junto con ella. Ninguna palabra de respuesta ocupó aquel vacío; sin embargo, otros tacones golpeaban el andén.
EL ESCAPARATE
Setenta y seis años la separaban de su nacimiento.
Vestida con pantalones amplios color crema, una chaqueta añeja y descolorida que cubría la camisa de seda, sostenía en un brazo al pequeño caniche, mientras con el otro lo acariciaba.
A sus pies, rodeando sus zapatos de tacón marrones gastados por su arrastre, tres caniches del color de sus pantalones permanecían inmóviles.
Corroída, con su mirada desgarrada, seguía inconsciente en las caricias, viendo fijamente detrás de sus gafas oscuras de carey, los chupetes y los biberones en el escaparate de la farmacia.
Vestida con pantalones amplios color crema, una chaqueta añeja y descolorida que cubría la camisa de seda, sostenía en un brazo al pequeño caniche, mientras con el otro lo acariciaba.
A sus pies, rodeando sus zapatos de tacón marrones gastados por su arrastre, tres caniches del color de sus pantalones permanecían inmóviles.
Corroída, con su mirada desgarrada, seguía inconsciente en las caricias, viendo fijamente detrás de sus gafas oscuras de carey, los chupetes y los biberones en el escaparate de la farmacia.
CUARENTA Y CINCO
Maniatados, los unos contra los otros, de par en par, avanzaban sin respiro hasta el lugar del encuentro. Nadie calmaba su sed, nadie se hacía eco de su desenlace.
Eran ignorados.
Poco a poco, se fueron acercando, mientras desde el río, asomaban las almas ahogadas, desde la ciudad las almas torturadas, desde los campos y los montes las de las fosas comunes.
Músicas, pinturas, esculturas, danzas, obras de teatro, relatos, cuentos, ensayos, novelas y poesías, de análogos contenidos, llegaron desde todo el mundo a poblar los vacíos de las almas y clamar por ellas, dando color a la desdicha y persiguiendo pasivamente las mentes de sus torutradores, para colmar sus espacios de silencio, hasta hacerlos insoportables de cultura.
El coche avanza entre los árboles que acompañan el camino. La tormenta y la lluvia los encuadra. Se acabaría la miseria, se irán acabando los miserables.
Sólo podían mirarse entre ellos, angustiados, con el estómago latente, verificando que el futuro temido, finalmente ya es: Lo único que los calmaba.
Maniatados, los unos contra los otros, de par en par, caminaban sin respiro hasta el lugar del encuentro.
Eran ignorados.
Poco a poco, se fueron acercando, mientras desde el río, asomaban las almas ahogadas, desde la ciudad las almas torturadas, desde los campos y los montes las de las fosas comunes.
Músicas, pinturas, esculturas, danzas, obras de teatro, relatos, cuentos, ensayos, novelas y poesías, de análogos contenidos, llegaron desde todo el mundo a poblar los vacíos de las almas y clamar por ellas, dando color a la desdicha y persiguiendo pasivamente las mentes de sus torutradores, para colmar sus espacios de silencio, hasta hacerlos insoportables de cultura.
El coche avanza entre los árboles que acompañan el camino. La tormenta y la lluvia los encuadra. Se acabaría la miseria, se irán acabando los miserables.
Sólo podían mirarse entre ellos, angustiados, con el estómago latente, verificando que el futuro temido, finalmente ya es: Lo único que los calmaba.
Maniatados, los unos contra los otros, de par en par, caminaban sin respiro hasta el lugar del encuentro.
EL AFUERA DENTRO
Ya habian transcurrido los cuatro ciclos del sueño REM y me dispuse a que la mente se conectara con mi cuerpo.
Mi boca está reseca. Al incorporarme, sentí como mis organos tropezaban con el roce del "interior" de mis brazos.
Al espejo no lo puedo ubicar desde mi mirada intrínseca y por los enmarañados pelos matutinos sobre mis ojos pendiendo. Me encontré perdido.
Me di cuenta de inmediato que la aspiración de los ronquidos había podido, anoche, hacer que por mi boca fuera deslizándose la superficie de mi piel hacia dentro, mientras que expedía a mis entrañas fuera por mi vientre .
Ahora, dentro, todo es vacio, corrientes de aire, sed, formas y oscuridad. Fuera, lo imagino pero sólo tú puedes verlo reflejado en el espejo.
Mi boca está reseca. Al incorporarme, sentí como mis organos tropezaban con el roce del "interior" de mis brazos.
Al espejo no lo puedo ubicar desde mi mirada intrínseca y por los enmarañados pelos matutinos sobre mis ojos pendiendo. Me encontré perdido.
Me di cuenta de inmediato que la aspiración de los ronquidos había podido, anoche, hacer que por mi boca fuera deslizándose la superficie de mi piel hacia dentro, mientras que expedía a mis entrañas fuera por mi vientre .
Ahora, dentro, todo es vacio, corrientes de aire, sed, formas y oscuridad. Fuera, lo imagino pero sólo tú puedes verlo reflejado en el espejo.
MARIA VENGANZA SERENA
María Venganza Serena sentose a orillas del arroyo para mirar de lejos la otra costa mientras el pueblo ardía frente a sus ojos, resplandeciendo en su cristalino el reflejo de las llamas.
La sonrisa esbozada, acompaña al murmuro y a su tejido. Su indiferencia forja aún más su distancia.
El agua alivia el dolor de sus juanetes, el frescor de la piedra sus várices, el árbol sostiene su sinuosa columna, mientras el viento mece sus inflexibles pelos canos. Soplaban los alisios esa tarde de cenizas.
El rayo cayo y de una sola descarga partió en dos al árbol. Las sombras se alejaron súbitas de temor. El humo fulgurante subía para dispersarse acariciando las gotas de lluvia.
Sin mortaja, María Venganza Serena, quedó hecha trozos de carne chamuscada, semi cremada en vida, mientras seguía tejiendo y murmurando.
Tirada en el suelo, sin árbol, observaba para siempre el incendio del pueblo, apuntando su vista entre las dos alpargatas deformadas y gracias a la curvatura de su columna. Todo aquello acaeció, antes de su último suspiro.
La sonrisa esbozada, acompaña al murmuro y a su tejido. Su indiferencia forja aún más su distancia.
El agua alivia el dolor de sus juanetes, el frescor de la piedra sus várices, el árbol sostiene su sinuosa columna, mientras el viento mece sus inflexibles pelos canos. Soplaban los alisios esa tarde de cenizas.
El rayo cayo y de una sola descarga partió en dos al árbol. Las sombras se alejaron súbitas de temor. El humo fulgurante subía para dispersarse acariciando las gotas de lluvia.
Sin mortaja, María Venganza Serena, quedó hecha trozos de carne chamuscada, semi cremada en vida, mientras seguía tejiendo y murmurando.
Tirada en el suelo, sin árbol, observaba para siempre el incendio del pueblo, apuntando su vista entre las dos alpargatas deformadas y gracias a la curvatura de su columna. Todo aquello acaeció, antes de su último suspiro.
REMEDIOS
Por una parte la dosis era veneno puro.
Por otra parte la dosis dejaba la esperanza de proseguir en vida.
Perpleja, quedaba Remedios, al saber que su vida podría ser envenenada para vivir.
Perpleja, quedaba Remedios, al saber que su vida podría ser envenenada para vivir.
A MI PADRE
Quería haberte llamado para que no tuvieras miedo. No lo hice, tampoco hizo falta: Me dejaste despedirte.
Mañana, que puede ser cualquier día, te esparciré en tu lago de montaña, te desharé de tus desvelos, se ahogarán para siempre tus desdichas.El viento y el agua desparramarán en la única soledad, la del paisaje, tu cuerpo depurado por las llamas.
No te asustes, que ya te has animado. Solos nos quedamos si no fueras, pero no porque no estés.
Recorrerás mañana tus ríos y montañas, habitarás tus rincones preferidos, y soleado seguirás estando aunque la noche cubra el firmamento de estrellas.
No te asustes,.... que ya te has animado
05/09/2003
El padre de Giaka falleció el 20 de agosto de 2003
Sus cenizas se exparcieron en el lago Nahuel Huapi (Rio Negro-ARGENTINA)
Mañana, que puede ser cualquier día, te esparciré en tu lago de montaña, te desharé de tus desvelos, se ahogarán para siempre tus desdichas.El viento y el agua desparramarán en la única soledad, la del paisaje, tu cuerpo depurado por las llamas.
No te asustes, que ya te has animado. Solos nos quedamos si no fueras, pero no porque no estés.
Recorrerás mañana tus ríos y montañas, habitarás tus rincones preferidos, y soleado seguirás estando aunque la noche cubra el firmamento de estrellas.
No te asustes,.... que ya te has animado
05/09/2003
El padre de Giaka falleció el 20 de agosto de 2003
Sus cenizas se exparcieron en el lago Nahuel Huapi (Rio Negro-ARGENTINA)
TURQUESA
De lamentos precipita la tórrida y pálida noche, mientras la brisa baja del monte perfumando de azahar, sin prisas, su encuentro con el horizonte.
Tus ojos son hechizo que me pierde e inconsciente me sumerjo en el olvido.
Olvidamos en la noche, para que al alba, mientras regresando la brisa penetra, acompañe la luz el resplandor y brillante turquesa bañe el Mediterráneo al Al Andaluz.
Para ese momento nuestro sueño de los dos borrado queda.
Sigamos al día sabiéndonos esperar para cada noche olvidarnos.
Sigamos al día sabiéndonos esperar para cada noche olvidarnos.
ISTELMO PAREDES (Inspector de cubiertas antiguas)
Pelo cano engominado, angosto bigote sobre el labio superior de su pequeña boca, gafas oscuras, camisa celeste y mameluco azul desteñido por loa años, el inspector de cubiertas antiguas de Madrid, rezaba un rictus en su cara, típico de aquellos que no han querido pertenecer a ninguna mafia aunque resignando hubo de pertenecer a la de la familia de su mujer.
De gestos austeros, más bien callado, silencioso, levantando tejas asomaba la cabeza sobre la cubierta para ver como estaba el tiempo cada día, supo hacer de su trabajo y sus tejados el refugio perfecto, cerca del cielo.
En el bolsillo derecho el bocata de jamón serrano envuelto en papel de aluminio, como se lo preparaba su mujer, en el bolsillo izquierdo la linterna. El bolso con sus herramientas siempre lo depositaba suavemente bajo el dintel de la puerta de entrada para no molestar a los vecinos.
Viudo, desde hacía casi veinte años, recordaba a su mujer, muerta de la cólera provocada por la bacteria de pastreurolosis transmitida por una paloma urbana a la que le daba siempre de comer.
A sus 84 años, recordaba, al cerrar sus ojos, como sentía la suavidad nocturna de sus caricias. Con el ultimo suspiro siempre contiene ese momento en el que sin decir nada, eran tanto el uno para el otro.
...Quizás -pensaba él- si no hubiera sido por las trampas de la guerra, hubiera podido evadir esta realidad y haberte llevado a tierras de ultramar, donde la ilusión nos hubiera invadido.
Sus manos, de huesos prominentes y tendones tensos, le daban de comer por la boca pequeña, introduciendo el bocata bajo los angostos bigotes al uso de otro momento de su historia.
De gestos austeros, más bien callado, silencioso, levantando tejas asomaba la cabeza sobre la cubierta para ver como estaba el tiempo cada día, supo hacer de su trabajo y sus tejados el refugio perfecto, cerca del cielo.
En el bolsillo derecho el bocata de jamón serrano envuelto en papel de aluminio, como se lo preparaba su mujer, en el bolsillo izquierdo la linterna. El bolso con sus herramientas siempre lo depositaba suavemente bajo el dintel de la puerta de entrada para no molestar a los vecinos.
Viudo, desde hacía casi veinte años, recordaba a su mujer, muerta de la cólera provocada por la bacteria de pastreurolosis transmitida por una paloma urbana a la que le daba siempre de comer.
A sus 84 años, recordaba, al cerrar sus ojos, como sentía la suavidad nocturna de sus caricias. Con el ultimo suspiro siempre contiene ese momento en el que sin decir nada, eran tanto el uno para el otro.
...Quizás -pensaba él- si no hubiera sido por las trampas de la guerra, hubiera podido evadir esta realidad y haberte llevado a tierras de ultramar, donde la ilusión nos hubiera invadido.
Sus manos, de huesos prominentes y tendones tensos, le daban de comer por la boca pequeña, introduciendo el bocata bajo los angostos bigotes al uso de otro momento de su historia.
SOLIDARIDAD
Decidió suicidarse, luego de la llamada telefónica.
Los gritos sobrecogedores en la caída alarmaron al vecindario. Todos salieron a las ventanas en ese callejón sin salida.
-¡Siempre le gustó llamar la atención! dijo el del kiosco, …..¡era de esperar este espectáculo lamentable!
Los gritos sobrecogedores en la caída alarmaron al vecindario. Todos salieron a las ventanas en ese callejón sin salida.
-¡Siempre le gustó llamar la atención! dijo el del kiosco, …..¡era de esperar este espectáculo lamentable!
Sin embargo, la caída tomo por sorpresa a la verdulera. ¡No se lo podía ni imaginar!:
- ¡¡Ella venía siempre a comprar puerros!!...¡era tan sincera!, comentaba con tono desolado.
La policía no tardó en llegar: Hicieron algunas preguntas, levantaron acta y al arribo de la ambulancia se llevaron al cadáver.
Los vecinos de la calle no esperaron a la llegada de la brigada de limpieza urbana, entre todos, limpiaron la sangre y demás salpicaduras que desordenaban el paisaje de siempre.
Al final del día todas las ventanas, menos una, se cerraron.
- ¡¡Ella venía siempre a comprar puerros!!...¡era tan sincera!, comentaba con tono desolado.
La policía no tardó en llegar: Hicieron algunas preguntas, levantaron acta y al arribo de la ambulancia se llevaron al cadáver.
Los vecinos de la calle no esperaron a la llegada de la brigada de limpieza urbana, entre todos, limpiaron la sangre y demás salpicaduras que desordenaban el paisaje de siempre.
Al final del día todas las ventanas, menos una, se cerraron.
CERCANIA
Deja deambular ese deseo en tu laberinto hasta que encuentre la salida. Luego tus ojos brillarán. Seguramente la sonrisa cómplice devolverá tu luz con un guiño. No esperes, reacciona, porque de inmediato podrá la sonrisa escabullirse entre los demás transeúntes caminos y no podrás identificarla con claridad.
Se acercará a ti tanto que su aliento no te dejará pensar y seguro que otras ideas deambulantes en tu laberinto se bloquearán para sólo hacer fluir tu esencia.
Son los único bloqueos válidos en la vida.
ESTEPA
Emerenciana tiene nueve botones castellanos.
El primero, cierra frente a su garganta el redondo cuello del vestido de algodón.
El segundo, coincide con la medalla de la virgen.
El tercero, compacta sus senos exuberantes.
El cuarto, esconde las emociones del diafragma.
El quinto, contiene las tentaciones del ombligo.
El sexto, dificulta la entrada de caricias.
El séptimo, restringe los deseos.
El octavo, lo reabrocha tímidamente sus manos.
El primero, cierra frente a su garganta el redondo cuello del vestido de algodón.
El segundo, coincide con la medalla de la virgen.
El tercero, compacta sus senos exuberantes.
El cuarto, esconde las emociones del diafragma.
El quinto, contiene las tentaciones del ombligo.
El sexto, dificulta la entrada de caricias.
El séptimo, restringe los deseos.
El octavo, lo reabrocha tímidamente sus manos.
El noveno, quedó por la mañana en el banco de la iglesia.
PUER PUERI
EL himno nos lo metieron en la memoria, la bandera en el corazón, la escarapela en el pecho, la patria en nuestra dimensión emocional, de una geografía inabarcada como desconocida.
Mientras, no me puedo expresar, la comida no alcanza, las comunicaciones no llegan, mis mayores se deprimen, mis padres especulan, y yo, que apenas tengo diez años, no llego a leer porque la escuela no existe.
Es que no se dónde estamos porque el horizonte me es sencillamente lejano, y no se quiénes somos porque otros nos niegan.
Pero ejerceré mi voto y así mi dignidad estará en juego: Juego de naipes, juego de poder, juego de guerra, juego de palabras sin sustento, juego de sexos, juego de viajes, juego de espectáculo, juego de desinformación, juego de padres, juego de contaminación, juego de muerte.
Juegos.
Mi espacio lúdico se encuentra restringido, también mi crecimiento, mi futura adultez y equilibrio interior, mi paz y mi sustento, mi capacidad desde adentro de dar de lo mío lo mejor.
Canto el himno de memoria, me muero por mi bandera, late en mi corazón la escarapela, y mi patria: ¡Es la tierra de mis juegos!
Mientras, no me puedo expresar, la comida no alcanza, las comunicaciones no llegan, mis mayores se deprimen, mis padres especulan, y yo, que apenas tengo diez años, no llego a leer porque la escuela no existe.
Es que no se dónde estamos porque el horizonte me es sencillamente lejano, y no se quiénes somos porque otros nos niegan.
Pero ejerceré mi voto y así mi dignidad estará en juego: Juego de naipes, juego de poder, juego de guerra, juego de palabras sin sustento, juego de sexos, juego de viajes, juego de espectáculo, juego de desinformación, juego de padres, juego de contaminación, juego de muerte.
Juegos.
Mi espacio lúdico se encuentra restringido, también mi crecimiento, mi futura adultez y equilibrio interior, mi paz y mi sustento, mi capacidad desde adentro de dar de lo mío lo mejor.
Canto el himno de memoria, me muero por mi bandera, late en mi corazón la escarapela, y mi patria: ¡Es la tierra de mis juegos!
VESPERTINA
¡Mírame!......aquí sentada frente a tí, mis miserias me abordan, el atardecer me anuncia la nueva llegada de la noche.
¡¡He estado sesenta años esperando que vinieras a pintar la casa!!....me vuelves a decir, desde esa mirada lejana y vidriosa ¿que no puedes?.
Siempre te conectaste conmigo para negarme tu dicha. Mi cigarrillo se consume, la pintura se cae a pedazos desde nuestra boda, y tu sigues allí en Júpiter, buscando agua.
Cada conexión contigo me cuesta un disgusto. En cuanto terminemos, sacaré mis pies de remojo y llamaré a la base para que te traigan definitivamente de regreso a la tierra. Esto no puede seguir así. ¡Tu sí que eres de otro planeta!
Los niños te necesitan.
ANTÍGENES DIJO
En tomo III del LIBRO 1º titulado: DE NATURA, Antígenes dijo: “Cualquier acción de la vida de la especie humana consume energía y genera cantidades ingentes de residuos”.
En ese preciso momento, el estudiante cerró el libro dándose cuenta que inexorablemente era imposible revertir la contaminación de su hábitat, nadie podía ser inmune a esta premisa, tampoco a la compleja existencia de su ser que debía soportar la carga de cohabitar diariamente con la idea de un fin del planeta tierra más cercano y tangible que lo predicho hasta por los mismos profetas, aquellos de los que estaba harto por sus dogmas fundamentales.
Decidió pues, a sus diecisiete años, buscar un lugar diferente donde vivir. Saco el billete y marchó tan rápido y tan lejos que se olvidó a sí mismo.
No pudo regresar jamás para observar lo que había contribuido en contaminación mientras vivió allí.
Tampoco pudo encontrarse.
A sus diecisiete años quedó sin carga y sin idea, lo que fue festejado como “objetivo cumplido” en la estrategia militar de control de la población por medio de la propaganda.
Antígenes nunca existió.
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