sábado

EL ESCAPARATE

Setenta y seis años la separaban de su nacimiento.

Vestida con pantalones amplios color crema, una chaqueta añeja y descolorida que cubría la camisa de seda, sostenía en un brazo al pequeño caniche, mientras con el otro lo acariciaba.

A sus pies, rodeando sus zapatos de tacón marrones gastados por su arrastre, tres caniches del color de sus pantalones permanecían inmóviles.

Corroída, con su mirada desgarrada, seguía inconsciente en las caricias, viendo fijamente detrás de sus gafas oscuras de carey, los chupetes y los biberones en el escaparate de la farmacia.

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