Por las noches regeneraba cíclicamente la misma célula. A ésta se le iban sumando otras que también debía regenerar. Una a una iban pasando sin parar.
El límite de tiempo iba acortándose teniendo que aumentar su ritmo o, en su defecto, atender más de una célula al mismo tiempo. Su eficiencia llegaba al límite y se iban acumulando las células en espera. En su afán por el trabajo no tenía tiempo de llamar a otros regeneradores porque, si dejaba su trabajo desatendido un instante, disminuiría el numero de resultados sobre los cuales sería evaluado. Finalmente, el cúmulo de células fue tal que se generó una gran protuberancia.
Al despertar en la mañana, Narciso Perfecto Rodríguez, observó su cuerpo y se sometió al test de resultados de eficiencia quedando sorprendido por el trabajo del regenerador de células.
No hay comentarios:
Publicar un comentario