jueves

RISUEÑA (Arcilinda)

Desgastada por el roce, arruinada por los límites de su amor, deambulaba Arcilinda inundando de su olor los espacios de su aldea.

Su sonrisa no persuadía a sus gafas que, empañadas por el vapor que de su cuerpo emanaba, negaban su hogar. Sin saber hacia dónde se dirigía, Arcilinda, avanzaba a pie firme con sus chanclas color rojo carmesí.

Su caminar decisivo dejaba en claro que se trataba de algo más.

Pletórica, sentia Arcilinda esa gracia que el triunfo otorga y que subjetiviza la realidad hasta el punto de deformarla para satisfaccion de la vida.

¿Será que Arcilinda haya logrado desprender su alma del cuerpo?

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