Subíamos la montaña paso a paso, el sentido de la respiración pesaba más que el propio ejercicio físico. La conciencia iba despejando dudas y lo esencial se hacia presente liberando el peso de los pensamientos innecesarios.
En la cima, a seis mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, hablábamos entre nosotros percatándonos de nuestra levedad: nos oíamos las palabras formando parte del vacío del paisaje en altura pero no nos veíamos.
Al bajar, modificábamos nuestro ritmo cardíaco y paulatinamente recuperábamos nuestra corporeidad pero ya no nuestros pensamientos innecesarios.
Es recomendable hacer alpinismo los fines de semana.
1 comentario:
Hola Giaka, qué bien encontrar todo ordenadito en el blog. Me encanta tu neosurrealismo filosofal. Me parece que en esta frase:
oíamos las palabras formando parte del vacío del paisaje en altura pero no nos veíamos entre nosotros.
podrías quitar "entre nosotros".Aparece en la frase inmediata anterior, y se entiende bien sin repetirlo.
Saludos
Miriam
Publicar un comentario